domingo, 13 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 17

Después de un rato me quedo dormida. Grave error. Maldito grave error.

Me encuentro en mi jardín. ¿Qué hago aquí? Miro a mi alrededor. 
El viento es fresco, y me pone el pelo en la cara. Me lo aparto entrecerrando los ojos. Todo es un poco borroso. Miro hacia delante intentando enfocar un árbol. Nada, sigue borroso. Entonces miro a la derecha, donde está mi casa. Bueno, donde debería estar mi casa. Abro los ojos como platos y me derrumbo en el suelo. Toda la casa está...destrozada. Solo se mantiene en pie una pared, llena de manchas y agujeros. Me quedo mirando, sin creérmelo. Mi casa,  en la que he pasado tantos años, tantas cosas han pasado ahí dentro...destruida. 
Me levanto como puedo. Voy andando hacia la casa, sin saber por qué. Me paro donde debería estar la puerta. Paso las manos en el aire imaginando que ahí hay una puerta, y que detrás todo es normal. Sigo andando, pisando cosas en las que prefiero no fijarme. Entonces llego a mi habitación. Bueno, donde debería estar. Pego un gemido al no reconocer nada. Me siento notando mi cara húmeda. Llorica. Paso la vista por encima de los destrozos y la veo. Todo se enfoca de repente.
 Me acerco y la cojo. Es una foto en la que salimos mis padres, mi hermano y yo. Fue hace dos años, cuando yo tenía trece y mi hermano catorce. Estamos felices, sonriendo... pero aún así me fijo en que Víctor y yo no estamos muy juntos, de hecho cada uno está en una esquina diferente. Bajo los hombros sollozando. Ahora mismo podrían estar muertos, los tres. Grito mientras lloro.
Si este sueño es una imagen real, nada bueno puede haberles pasado. Si este sueño...sueño.
Sueño.

Me despierto notando una presencia cerca mía. Me giro asustada. George. Suspiro. Tiene el pelo revuelto, y sus ojos color avellana me están mirando expectantes. No tiene puestas las gafas. Sonrío al darme cuenta de ese detalle. Le quedan bien las gafas, pero sin gafas tampoco está mal. Me incorporo sentándome. George tiene puesta una camiseta de dos tallas más que la suya, la cual le queda bastante graciosa, y unos pantalones de chándal. Dijo que así podía dormir cómodo. Yo no me he cambiado todavía. Necesito darme una ducha.
- ¿Qué pasa? -le pregunto- ¿te gusta verme dormir?
Se queda callado un rato.
- No -responde un poco cortante. Entonces se ríe- osea, sí, eh... estabas gritando.
Abro los ojos asombrada. ¿Gritando? Recuerdo el sueño con un escalofrío. Me levanto del todo y miro a George desde arriba.
- No era nada -le respondo- solo una molesta pesadilla.
Asiente sin hacer ninguna pregunta más. Voy hacia el armario y lo abro. Es impresionante que todos y cada uno de los armarios tengan la misma cantidad de ropa, sábanas y todo eso. 
Cojo mi ropa correspondiente y me meto en el baño. Pongo el cerrojo. No quiero ninguna situación embarazosa. Me miro al espejo, como hice hacía unos días. Tengo mala pinta. Antes no tenía ojeras, ahora sí. Se nota simplemente por mi cara que estoy triste. Aparto la mirada, me quito la ropa y me meto en la ducha. Me quedo un rato dentro, pensando en todo. Tengo que hacer algo, es imposible que pueda evitar a Jake mucho más tiempo, ya que estoy en el grupo con él. Abie también está en el grupo. Suspiro. Cuando salgo, me meto en la cabeza una idea. 
Voy a hablar con Jake, tarde o temprano, así que es mejor quitárselo de encima cuanto antes. Y respecto al sueño... no sé cómo reaccionar. Si han destruido mi casa, quien quiera que sea el que lo ha hecho, lo va  a pagar, cueste lo que cueste.
- ¿A dónde vas? -me pregunta George cuando voy a salir por la puerta.
- Voy a... dar un paseo por ahí.
Asiente cogiendo ropa para ducharse él.
- Vale, pero ten en cuenta que a las 12:00 hay entrenamiento -me informa y asiento -luego nos vemos -se despide, y suena más a una pregunta.
Asiento sonriendo.
- Luego nos vemos.
Y nos vamos cada uno para su lado. 
Cuando voy de camino hacia la habitación un montón de dudas me vienen a la cabeza. ¿Qué le digo? ¿Qué me va a decir? ¿Estarán saliendo Abie y Jake? Niego intentando borrar esa idea. Me paro delante de la puerta. Entonces oigo gritos. Voy a irme, creyendo que me he equivocado de habitación cuando oigo claramente la voz de Jake. Me asomo un poco.
- ¡¿Por qué lo hiciste?! -le está gritando a Abie, que lo mira con cara de susto.
Abie empieza a titubear.
- P-p-por-porque quería...b-b-besarte -responde echándose hacia atrás.
Jake pega un grito tirándose del pelo con las dos manos. Lo miro asombrada. Nunca lo había visto así.
- ¡Yo no quería besarte Abie! -responde gritando- No quería, y tú me besaste...AAAA ¿¡No podrías haber besado a otro?! Ahora ella no me habla...me ignora...me...
Entonces se tira al suelo y empieza a hacer ruidos un poco raros. A llorar, para ser exactos. Me quedo en shok.
-...Me odia -susurra- Me odia, me odia, me odia...¡ME ODIA!
Se tira del pelo de nuevo. Como siga así se va a quedar calvo. Miro a Abie. Esta se agacha y toca a Jake, intentando consolarlo. Él grita y se hecha hacia atrás.
- No...¡No me toques! No...es todo culpa mía -vuelve a llorar, sollozando bastante alto.
Entonces Jake levanta la cabeza y la mira. Tiene los ojos rojos de llorar, y unas ojeras inmensas. No parece que se haya peinado, y lleva la misma ropa.
- Lo siento...-susurra- mejor será que me dejes solo.
Dicho esto, Abie se levanta y va hacia la puerta. Hacia mí. Salgo corriendo con la cabeza dándome vueltas. ¿Qué acaba de pasar? 
Miro mi reloj. 11:45. Quince minutos para el entrenamiento. Decido salir fuera, donde se realizará.
Me quedo mirando al  horizonte  mientras pienso en... ¿Jake? Sí, supongo que en él. ¿Por qué iba a molestarle que yo le odiase o no? Él beso a Abie... pero después de la conversación (básicamente compuesta de gritos) que habían tenido estaba empezando a dudar en quién había besado a quién. ¿Y si era Abie...la maldita que se había tirado a besarlo? ¿Y si es verdad que Jake no la quiere? En este momento me siento fatal conmigo misma. Me había enfadado, he maldecido su nombre unas ochenta veces, he llorado por él...aun que él también ha llorado. ¡Le he hecho llorar!
Echo la cabeza hacia atrás suspirando. 
Entonces empieza a llegar gente. Se ponen al rededor mía y empiezan a hablar. Noto algunas miradas poco disimuladas dirigidas hacia mí. Miro al rededor, dándome cuenta de que se están organizando en grupos. No por favor. 
Busco el mío con la mirada. Veo a Mac y a Miry primero, y luego veo a todos. Fijo mi mirada en uno solo. Sigue con los ojos un poco rojos, pero no parece que nadie se haya dado cuenta de la situación. Aparto la mirada cuando él me la devuelve. Voy andando hacia ellos. Entonces encuentro a Abie, que está en el lado opuesto de Jake. Sé que soy un poco egoísta, pero no puedo evitar alegrarme un poco. Luego me vuelve a la cabeza: "por tu culpa". Supongo que sí, por mi culpa.
- Bueno chicos -empieza Mac. Fijo la atención en él- voy a ser yo quien os de las clases de manejar la pistola, Anna os enseñará a manejar algunas armas blancas, y Marina a pelear cuerpo a cuerpo. Los horarios serán así: quedan diez días, contando hoy, para que salgamos. Os vamos a enseñar lo básico. Hoy, me toca a mí; el día 2 a Anna; el día 3 a Marina; el 4 a mí; el 5 a Anna; el 6 a Marina; el 7 a mí; el 8 a Anna; el 9 a Marina y el diez a mí.
Nos mira esperando una respuesta. Entonces todos decimos por lo bajo un leve "vale".  Entonces se va hacia una caja y empieza a sacar armas. Nos reparte una a cada uno.
- Hay 21 armas, una para cada uno -nos explica- el problema está en que diez son armas blancas y once son pistolas, así que mejor será que aprendáis todos a manejar los dos, porque se repartirán un poco a voleo.
Por lo bajo suelto una palabrota. ¿Y qué pasa si no se te da bien ninguna?
- Bueno, pues empecemos -nos anima Mac.
Me mira y me sonríe. Noto como si el arma que me acaba de dar pesase más kilos de lo normal.
-¿Quieres empezar tú, Sarah? -me pregunta.
Vamos, "me pregunta"... es prácticamente como decir: "Empieza tú". Me adelanto con paso tembloroso. Me señala una diana que está más o menos a cinco metros. Me coge las manos y las coloca en posición para disparar. Noto un cosquilleo en el estómago. Oh, por favor, ¿por qué tiene que dar un chico esta clase? Me pone el dedo índice de la mano derecha en el gatillo, y la izquierda sujetándola. Entonces me sube los brazos.
- Tenéis que quedar la pistola a la altura de vuestro cuello -me lo coloca como ha explicado- y cuando tenéis vuestro objetivo bien fijado disparáis.
Me mira.
- Tienes que intentar darle al centro de la diana -me informa.
Oh, claro que sí. Voy a disparar cuando me para.
- Estate segura de que apuntas bien.
Hago lo que puedo.
- Ten en cuenta de que cuando dispares va a echarte hacia atrás la presión de la bala saliendo, así que tienes que poner los brazos rígidos -añade colocándomelos.
Miro a los demás un poco asustada. Me están mirando. Qué vergüenza. Miro hacia la diana.
- Puedes disparar.
Entonces disparo. Noto como si alguien me empujase hacia atrás. Vale, no estaba preparada para este ejercicio. Miro esperanzada a ver dónde ha dado la bala.
- Bueno, no está mal, en el cuatro, para ser nueva está bien -me felicita Mac.
Vamos, ya ves, en el cinco. Al menos he llegado a la mitad. Entonces le toca a Jake. Me mira y le mantengo la mirada, hasta que la aparta para prestar atención a Mac. Oigo el sonido del disparo y miro la diana. 7. Vale, me ha superado, era previsible. Luego le toca a Miry, la que se pone rojísima cuando Mac la toca. Qué  monos. Le da al 6. Vale. Luego le toca a George. Lo hace bastante bien, le da al 7, igual que Jake. Luego va Jessica. Le da al 8. Olé. Le aplaudo.
Entonces le toca a Abie. La miro con asco. Obedece a lo que le dice Mac y dispara. Miro la diana. Noto como mis piernas empiezan a temblar, y mis ojos se abren como platos sin poder creérmelo. Esa chica tan pija...tan..agg tan todo... le había dado al 10. Se queda callada un momento y luego mira a Mac, que lo mira asombrada. Entonces empieza a aplaudir, y Abie sonríe. Miry se une a los aplausos, y al final todos lo hacen, menos yo. Me quedo mirándola con todo el odio del mundo. Esa... maldita... me había vuelto a superar. Otra vez.

Entré en el hospital mosqueada. Habíamos parado a comer y luego habíamos seguido entrenando. No había subido del 5. Suspiro. No soy buena con la pistola, y seguramente con nada. Miro mi reloj. 9:45. ¿Dónde voy a dormir? Entonces viene George.
- ¿Vas a dormir hoy en mi habitación? -me pregunta- puedes quedarte si quieres.
Tras pensarlo niego con la cabeza.
- Me quedaré con una manta en la habitación central, me han dicho que se duerme bien ahí -respondo mintiendo.
No quiero causarle más molestias con mis pesadillas. Se encoje de hombros.
- Vale, yo te dejo las mantas.
Asiento siguiéndolo a su habitación. Cojo una manta gorda para tumbarme sobre ella, y otra más fina para arroparme por si acaso. Voy a salir de la habitación cuando George habla.
- Oye, puedes quedarte si quieres, en serio -me dice- se está bien durmiendo contigo.
Le sonrío.
- No pasa nada, ya me las apaño yo.
Me giro, y cuando ya por fin voy a pasar la puerta noto como una mano me para, me gira en redondo y no sé como ni por qué, tengo los labios de George sobre los míos. Me quedo en shock.
¿Qué está pasando?

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