CAPÍTULO 16

No me importa quién tengo delante, a quién tiro al suelo, ni quién me insulta. No me importa nada. Sigo corriendo, buscando una salida de aquel condenado edificio. Todo está borroso a causa de las lágrimas. Me paso la mano por la cara intentando sin éxito poder ver mejor. Al final la encuentro. Acelero más, y más. Justo cuando salgo, por causa de ir tan rápido me resbalo y voy directa al suelo. Apoyo mis manos antes de que pase nada, sin acordarme de la muñeca que se estaba recuperando. Me encojo en el suelo pegando un chillido de dolor. Más lágrimas. Más lágrimas. Empiezo a notar cómo un montón de mocos se acumulan en mi nariz. Me levanto como puedo y sigo intentando correr. Me paro en seco, ¿A dónde voy a ir? Entonces me fijo en una cosa: está lloviendo. Sin más ánimos de seguir corriendo me dejo caer en una pared, lejos de la entrada. Delante mía hay un gran campo. No hay edificios. Encojo las piernas haciéndome un ovillo, intentando desaparecer de ese mundo.
Sigo llorando, sin saber qué más hacer. Noto mi ropa y mi pelo empapados. ¿Por qué a mí? ¿No podría ser otra persona la que sufriese si Jake se besa con alguien? Suspiro. Bueno, eso intento, porque empiezo a toser. Primero pasa lo de la niebla; luego no puedo ver a mi familia, que a saber dónde están y qué les está pasando; luego vamos a los árboles y me tuerzo una muñeca y el tobillo(el cual ya se había recuperado pero en este momento todo es una tragedia); luego vamos al maldito hospital que ha salido en mis sueños-pesadillas-mentira; luego, intentando encontrar a mi hermano subimos las plantas del hotel y explota una bomba, en la cual no resulto herida y por eso parece que la he puesto yo; luego, cuando parece que todo va a mejorar un poco, ya todo organizado, me toca en la habitación con Abie y Jake; luego, cuando ya creo que todo está bien, que no pasará nada, los encuentro besándose. Bueno, ¿quién no envidia mis penas? Sollozo.
Entonces noto alguien a mi derecha. Me aparto sobresaltada. Miro hacia arriba como puedo. Reconozco a la persona.
- Hola -dice George sentándose a mi lado- ¿Estás bien?
No le respondo. Escondo la cabeza entre mis piernas aún llorando. ¿Que si estoy bien? Oh, claro, ¿no me ves?
- Está lloviendo -me informa.
No me digas.
- Te vas a constipar -entonces se quita la chaqueta y me la pone por los hombros.
Lo miro intentando sonreír a duras penas. La chaqueta es calentita, pero con la lluvia seguramente no dure mucho. George ya tiene toda su ropa y el pelo mojado, al igual que yo.  Está mirando al horizonte. Sus gafas también están mojadas.
- ¿Qué haces aquí? -susurro.
Me mira. Sus ojos reflejan preocupación. Aún así, se encoje de hombros.
- He visto como corrías hacia fuera y te he seguido.
Esta vez soy yo la que mira al horizonte. Supongo que llamé bastante la atención. Pero, entonces, ¿por qué solo él había venido? Ah bueno, también está el hecho de que prácticamente empujé a todo el mundo. Bien, Sarah, bien. Noto cómo ya me caen menos lágrimas. Lo miro de nuevo.
- ¿Qué quieres?
La pregunta resulta un poco grosera así de primeras, pero parece que él sabe a lo que me refiero.
- Que estés bien.
Dicho esto noto como el corazón se me encoje. No me merezco gente así en mi vida, no es justo para los demás. Sin poder evitarlo, vuelvo a llorar. Qué débil. Entonces George se acerca y pasa su brazo por mis hombros. Sollozando, me acerco, y lo único que puedo hacer es abrazarlo, y seguir llorando.
Nos quedamos así un rato, él abrazándome, y yo llorando, mojándole más aún la camiseta. Entonces se separa un poco de mí y me mira.
- Lo siento... -le digo sorbiéndome la nariz.
Me mira preocupado.
-No sé que te pasa -me dice- pero tienes que saber que no todo siempre es un cuento de hadas, Sarah. Igualmente, no estás sola. Me tienes a mí.
La miro confundida mientras él me sonríe. Entonces se levanta y me ofrece una mano.
- ¿Te apetece un poco de café para animarte un poco? -me pregunta desde arriba.
Lo miro, esta vez sonriendo. Luego miro su mano y la acepto. Un gran impulso me lleva hacia él. Cuando pienso que me voy a chocar, se gira y pasa su brazo por mis hombros, atrayéndome a él.
- Venga -me dice mirándome, aún con su brazo sobre mis hombros- que la vida es demasiado corta como para pasársela triste.
Dicho esto, me lleva andando hacia el hospital.
******
Cogemos un café cada uno. Cuando entramos en el comedor todo el mundo se me queda mirando. Supongo que es porque mis ojos siguen rojos aunque haya dejado de llorar. Nos sentamos en una mesa, George en frente mía. Me mira bebiendo un sorbo.
- ¿Vas a contarme qué te ha pasado? -me pregunta.
Bajo la cabeza mirando mi café.
- Prefiero...prefiero no hablar del tema -le respondo sin mirarlo.
- Vale, no pasa nada -lo miro, y está sonriendo.
No entiendo a este chico.
- Bueno, no se si te habrás enterado pero las clases de manejar armas hoy, se han cancelado -me informa cambiando de tema- iban a ser esta tarde, ahora, pero por culpa de la lluvia no podemos salir y es peligroso entrenar aquí dentro.
Asiento.
- Gracias, no me había enterado -le respondo mirándolo.
Me sonríe. ¿Por qué es tan bueno conmigo? Entonces me viene una cosa a la cabeza.
- George, ¿tú tienes habitación particular? -le pregunto.
Asiente.
- La comparto con Max -me responde.
Me quedo pensando un momento.
- ¿Podría dormir... hoy allí? -le pregunto.
Asiente sonriendo.
- Claro, a Mac le encantará tener más compañía.
Le sonrío agradecida. Desde luego, esto es incomprensible. ¿Qué he hecho yo ahora bueno para que me ayude un chico así? Suspiro. No entiendo la vida.
Justo cuando voy a beber lo último que queda de mi café, lo veo. Jake, desde la otra punta del comedor, mirándome. Empieza a andar hacia mí. Me levanto con un salto. No, no. Cojo a George del brazo y me dirijo hacia la entrada. Jake empieza a correr diciendo mi nombre. Todo el mundo está mirándonos. No,no,no. Empiezo a correr yo, y al darse cuenta de la situación, George lo hace también.  Me paro en la sala central y miro a George.
- ¿Y tu habitación? -le pregunto rápido.
Sin responderme va corriendo hacia una puerta. Lo sigo, mirando un momento para atrás. No veo a Jake. No quiero verlo. Sigo corriendo y me entro en la habitación. Cuando llego, me encojo como un ovillo, sin darme cuenta de que otra vez tengo lágrimas en la cara. No puede ser. Miro a George, que está delante mía. Se sienta a mi lado.
- ¿Sabes qué? -me pregunta pasando del hecho de que vuelva a llorar- me he dado cuenta de que no te conozco muy bien.
Lo miro. Me recuerda al día que estuve hablando con Jake.
- ¿Jugamos a un juego? -me pregunta y asiento.
- Nos vamos haciendo preguntas y el otro tiene que responder, con pura sinceridad.
Asiento. En este momento me da igual lo que me pregunte. 
Empezamos con preguntas fáciles. 
Color favorito: el de George es el verde, el mío el azul. 
Cosas de la familia: George tiene dos hermanos pequeños. 
Música favorita: ninguno de los dos nos decidimos, cosa que nos saca unas risas. 
Animal favorito: el mío el leopardo, el de George el gato. Me resalta que le gusta lo misterioso que es ese animal. 
Y de tema en tema acabamos en uno demasiado delicado para mí.
- ¿Te has enamorado alguna vez? -me pregunta.
Contengo las lágrimas.
- Me temo que sí -respondo sin poder mirarlo- ¿tú?
Asiente.
- Una chica en el instituto. Era... no sé, tan original... que acabé loco por ella.
Lo miro.
- ¿Fuiste correspondido? -le pregunto con intriga.
Niega con la cabeza, con un poco de pena en sus ojos.
- ¿Y tú? -me pregunta- ¿fuiste correspondida?
- No.
Y sin poder negarlo, me temo que también fue un chico del instituto, el que me hizo todo esto.

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