Es como volar. No veo nada, pero aun así se que estoy por los aires, porque no toco el suelo. Intento abrir los ojos, y cuando lo consigo, me encuentro por encima de una casa. Estoy a más o menos diez metros de distancia. Pego un grito. Rápidamente, me hago una bola, como me enseñaron una vez en la clase de educación física, para rodar y no hacerme daño. Aun así, esa parte de no hacerte daño no sirve de mucho. Todo mi cuerpo choca contra el suelo mientras me derrumbo. Me encojo sobre mi misma. Todo me duele, los oídos me pitan, estoy sucísima. Podría decirse que estoy perfectamente.
Cuando consigo las fuerzas suficientes para levantarme, miro a mi alrededor asustada. El hospital, antes precioso, con el reflejo de la luz en los cristales, muy alto... está destrozado. Todo lo que no lo está, se esta derrumbando. Se oyen gritos dentro, y entonces caigo en la cuenta: Miry, Mac y Jake están dentro. Intento andar hacia el edificio desesperada, pero mi cuerpo me lo impide. Suelto un gemido. Miro hacia el hospital, que seguramente se convertirá en la tumba de muchos... casi niños, y me percato de una cosa bastante extraña: la primera planta pertenece intacta, como si no hubiese sufrido ninguna explosión. Abro los ojos como platos: la parte de arriba de esta, tiene el techo de acero puro. Está...perfecta. Y ahí es donde se alojaban los demás. Suspiro.
Es demasiado extraño que justo cuando habíamos ido a investigar hubiese explotado la bomba.
Alguien nos está observando.
Bajo la cabeza, cierro los ojos e intento recordar a todos los de mi grupo. Somos 24 en total. Y alguno de ellos es un espía. Vete tú a saber. No hablo casi con nadie.
Dejo de pensar cuando veo una silueta entre el polvo por causa de la explosión. Mac se acerca jadeando e intentando correr, con un bulto en los brazos. Una persona. Cuando se acerca más me doy cuenta de que le está hablando:
- Venga sobrevive, venga, venga...
Me mira y se queda parado. Rápidamente, se acerca. Tiene los ojos enrojecidos. Está llorando. Frunzo el ceño, miro el bulto, y entonces es cuando me doy cuenta de por qué. Mac la deja en el suelo.
El pelo rubio se ha convertido en casi gris por la suciedad. Tiene los ojos cerrados, y tiene un gran corte en el brazo derecho. Miry.
Me quedo paralizada. Tiene malísima pinta. Sus pantalones están llenos de agujeros, y tras ellos se ve la piel con quemaduras. Tiene la camiseta hecha jirones, y todo el cuerpo lleno de cortes.
Mac se sienta con un gemido, y le coloca la cabeza sobre sus rodillas. Le empieza a acariciar el pelo repitiendo su nombre una y otra vez.
- ¿Está viva?
Es lo único que se me ocurre preguntar. Mac asiente lentamente.
- Pero tiene heridas muy graves.
Me acerco a mi amiga, y le tomo el pulso. Sí. Está viva. Bajo los hombros.
- Podemos volver al hospital -sugiero haciendo ademán de levantarme.
- No vale la pena. Todos lo necesario estaba en la segunda planta, y está destruida.
Miro el hospital apenada. ¿Qué les habrá pasado a los investigadores? ¿Qué...?
- ¿No has encontrado a Jake? -pregunto alarmada.
- No. Salí corriendo, y me la encontré tirada en el suelo. No me paré a pensar en Jake.
Cierro los ojos. No voy a llorar, no más. Me concentro en un sitio a donde ir. Miro para mis lados, miro para atrás... y veo la casa con la que me he chocado. Una casa tan familiar...
...mi antigua casa.
Un día nos tuvimos que mudar a la otra punta por causa del trabajo de mi padre y nuestro instituto, y dejamos esta casa abandonada. Me levanto a tropezones. Voy como un zombie hasta la puerta. Cerrada. Miro hacia arriba. Recuerdo que siempre me encantó esa casa porque tenía una ventana enorme en la planta de arriba, en mi habitación. Voy cojeando a la parte derecha de la casa, donde hay unas tuberías enormes. Subí poco a poco sujetándome de ella. Ya lo había hecho otras veces. Cuando llegaba tarde a casa, porque me había quedado en la biblioteca hasta tarde. Siempre resultaba divertido. Un reto. Pero esta vez mis huesos crujían, y mi cuerpo se quejaba. Llegué al techo, y vi la ventana. Sin pensármelo dos veces, cojo una teja mal puesta del techo y la tiro contra el cristal. Se rompe fácilmente. Voy corriendo, y evitando los cristales que salen, me meto en la habitación. Hay muebles. Parece una especie de habitación para niños. Recuerdo que esta casa se la vendimos a unos padres, que tenían dos hijos gemelos. Sonreí. Era una habitación típica de un niño pequeño. Todo estaba desordenado, juguetes por allí, juguetes por allá... pero tenía un punto que te llevaba a los recuerdos más bonitos de tu infancia. Salgo de la habitación y me encuentro en un pasillo lleno de fotografías. Una mujer pelirroja salía en casi todas: con su marido,un hombre robusto de pelo castaño; con sus hijos, dos pelirrojos de lo más peculiares; y con más gente que no llego a reconocer... ¿Dónde estaban todos? Bajo las escaleras intentando no hacer ruido, por si al final resulta que si hay gente en casa, pero cuando llego a la planta de abajo y reviso todas las habitaciones, no veo a nadie ni nada extraño. Voy a la puerta principal, y tras girar el pomo, la abro. Mac, al darse cuenta de lo que iba a hacer, había cogido de nuevo a Miry en brazos y ya estaban los dos delante mía. Los dejo entrar, y ayudo a dejar a Miry en el sofá verde.
- ¿Has visto si tienen vendas? -pregunta Mac.
- Antes vivía aquí. En de esta planta, hay un armario enorme en el que te encontrarás todo lo que necesites.
- ¿Seguro? -pregunta Mac mirando a Miry de reojo.
Asiento. Me doy la vuelta y voy con paso firme hacia la puerta.
- Espera -dice Mac.
Vuelvo a girarme. Me había fastidiado mi salida triunfal de la casa.
- ¿A dónde vas?
Lo miro como si fuese obvio.
- A por Jake.
***
Buscar
algo, y no saber qué te vas a encontrar no es que calme mucho.
Sin
pensármelo dos veces, voy hacia la planta baja de el que antes, era
el hospital. Cada vez que me voy acercando más, se oyen voces, todas
hablando con rapidez. Intento adelantar el paso, pero mi cuerpo grita
por dentro suplicando que pare. Cuando llego a la puerta principal,
pego tal suspiro que casi me deshincho por dentro. Voy a abrir la
puerta cuando otra figura la abre a mi vez. Delante mía se encuentra
una chica con ojos acusadores. Jessica. Una chica muy lista, tan
lista que decía que enfadarse no valía la pena, porque gastábamos
energía, saliva e inteligencia que no le sobra a nadie. Pero ahora
sus ojos arden de furia, y su cuerpo, siempre tan fino, está en
tensión, y sus manos, siempre activas, están cerradas en puños,
dispuestos a atacar. Decido alejarme un poco.
- ¿Que...
- ¡¿Dónde
se supone que estabas?! -me grita con un escupitajo de regalo- tus
amigos muriéndose y tu dando un paseo.
- Pero...
Jessica, acaba de explotar una bomba.
- Sí,
eso ya lo sé, si no, no estaría así -se señala la ropa, que la
tiene llena de manchas rojas.
Sangre.
- ¿E...es
tuya? -le pregunto señalándole la camiseta.
- ¿El
qué, la sangre?
Asiento
asustada.
- No
-se acerca con una zancada- es de Jake.
Intento
entrar torpemente por la puerta, pero ella me para sujetándome el
brazo.
- ¿Dónde
estabas? -pregunta.
Pregunta fácil: volando.
- Yo
también he salido por los aires, ¿sabes? -exclamo soltándome.
La
chica frunce los labios.
- Mientes
-susurra- estás en perfectas condiciones, para haber “salido por
los aires”.
Me
miro. Ahora que lo pienso, tiene razón. Una bomba no te dejaría tan
bien. Como mínimo tenía que estar como Miry, pero lo único que
tengo son rasguños.
- No
sé...
- Ajá
-dice señalándome con un dedo- tú has puesto la bomba.
- La
miro con incredulidad. ¿De qué me sirve a mí hacer eso? Yo no
había hecho nada, simplemente había estado allí, pero nada
explicaba cómo estaba allí...
- Mira,
yo no he puesto ninguna bomba. Tienes de testigo a Miry y a Jake de
que yo estaba con ellos. Aunque si...
Me
vuelvo a dar la vuelta y entro en el hospital antes de que nadie me
lo impida.
Hay
tres camas, todas con gente alrededor . Me fijo en una: un chico
conocido, Max, el jugador de fútbol, está en ella, y sonríe con
cara pálida a una chica que le está hablando. Tiene un vendaje en
el brazo, en el que hay una mancha pequeña de sangre. También tiene
un pie vendado, y muchos cortes por la cara y brazos.
Me
fijo en la siguiente. En esta hay otro chico, Luca, que tiene la
cabeza vendada, y sus ojos marrones reflejan un miedo infinito. Gime
mientras otro chico limpia su...pierna. Tiene la pierna totalmente a
carne viva, con quemaduras enormes. La mano la tiene hinchada,
seguramente con alguna fractura, y tiene heridas por todos los lados.
Su pierna no es lo único que se ha quemado. En la mejilla izquierda,
tiene una herida con color verdoso. Me tapo la boca evitando mirar.
Echo una ojeada a la siguiente, pero no es Jake. Decido no fijarme en
sus heridas.
-Son
los investigadores -me aclara Jessica, que se ha colocado a mi
izquierda, como si no fuese obvio.
-Pero
había cuatro...
-Mejor
no preguntes -responde firme- no se ha muerto ni nada, es que no lo
hemos encontrado.
Asiento.
-Pero
falta Jake -digo como acordándome.
-Está
en esa habitación -me señala una puerta blanca que está a más o
menos a diez metros de nosotras- tenía...
Sin
dejarla terminar, voy "corriendo-cojeando" hacia la puerta. Cuando
la abro, me espero lo peor del mundo, pero lo que encuentro en cambio
es a Jake, vendado casi de arriba abajo, con una chica a su lado
pelirroja, que le habla en susurros con tono tranquilizador. Abie
Smith, a la que recogí en el instituto.
Entonces
me fijo de una cosa más: Abie tiene la mano de Jake levemente
cogida, y pasa de vez en cuando su dedo por ella haciendo círculos.
Cuando Jake se percata de mí, se aparta rápidamente de Abie. Esta,
con aire ofendido, me mira. Al darse cuenta de quién soy, me sonríe,
enseñando unos dientes impactantes.
Cogiendo
aire y deseando que la tierra me trague, intento cerrar la puerta,
pero Jessica me lo impide. Cierro los ojos murmurando cosas como una
loca. Al final me sale la voz:
- ¡Déjame
salir!
- No.
Es
lo único que responde. Dándome cuenta de que no tengo alternativa,
me giro mirando de nuevo a Jake. Sus ojos reflejan tristeza. Bajo la
cabeza sin poder evitarlo. Toso disimuladamente, esperando que
alguien hable. Parece que Abie pilla el significado de mi tos
repentina, porque habla:
- Veo
que al final has venido.
Qué
buen comienzo. Solo consigue que me enfade más, pero no, me pongo
firme y la miro a los ojos.
- No
podía venir antes.
Me
sorprende que eso lo diga Jessica. La miro extrañada.
- Pero...
-dice Abie.
- Ella
también ha sido afectada por el accidente -aclara.
- Si
está perfectamente -exclama Abie.
- No
es de tu incumbencia cómo esté o deje de estar Sarah -dice seria-
ahora, si haces el favor, creo que llevas mucho tiempo ya hablando
con Jake, hay otras personas que quieren verlo, supongo.
Me
mira de reojo. Pues no, no quiero verlo, ya no. A ver, seré egoísta,
pero esperaba algo más...solitario. Que Jake me estuviese esperando:
“Te he echado de menos...bla bla bla”. Habría sido perfecto, un
reencuentro perfecto. De película, pero como muchas veces me he
tenido que dar cuenta a la fuerza, nada es perfecto.
Asiento,
simplemente para que Abie se aleje de mi vista, no vaya a ser que mi
puño se desvíe a su cara.
Sin
quererlo, me siento mal. En verdad, la chica no ha hecho nada, ni
Jake. Soy yo el problema. Cuando las dos chicas salen de la
habitación, me encuentro plantada delante de la cama donde está
tumbado Jake, sin saber qué hacer.
-Lo
siento -me dice.
Trago
saliva.
-¿Por
qué?
-Por
enfadarme antes. Por un momento, cuando iba a explotar la bomba,
pensé: “voy a morir, y todos van a morir conmigo”-empieza-
luego, también me dije otra cosa: “Si muero, moriré enfadado con
Sarah” Y te puedo jurar, que me sentí fatal, tan mal, que fui
directo hacia donde sonaba la bomba, para intentar pararla. Una
estupidez por mi parte, pero no podía hacer nada. Por eso soy una
momia viviente: tengo quemaduras enormes, y se me clavó un cristal
en el hombro -se para mirándome- al menos, eso me cuentan. Me quedé
inconsciente. Por eso, lo siento, perdóname. No quiero que vuelva a
ocurrir, no quiero tener el riesgo de morir y que tú pienses que te
odio, que no eres mi amiga, que no te...tengo respeto.
Baja
la cabeza.
-No,no,no...-susurro-
soy yo la tonta, hago estupideces, y luego no las arreglo. Además,
me he comportado fatal cuando he entrado. Creía que habías
muerto...y verte con Abie, sonriendo y eso...no me ha alegrado que
digamos.
Me
mira culpable.
- Pero...
-noto como una lágrima me cae por la mejilla- jo, Jake, el susto
que me habías pegado.
Sin
poder evitarlo, voy corriendo hacia él y le abrazo. Primero pega un
gemido, pero luego me devuelve el abrazo firme. Cuando me aparto, veo
que Jake tiene los ojos llorosos, y está como un tomate. Sonrío, y
él hace lo mismo.
- Mi
hermana...-dice Jake tras un rato.
- Oh...
está en una casa, con Mac. Él la está curando.
- ¿Curando?
-dice asustado.
- Estaba
muy mal herida -no puedo evitar decir la verdad.
Jake
se incorpora, gimiendo, alarmado.
-¿Cómo?
-exclama.
Bajo
la cabeza.
-Sácame
de aquí -me dice.
Lo
miro frunciendo las cejas.
-¿Qué?¿Por
qué?¿Cómo?
-Ahí
-dice señalando un armario- hay una silla de ruedas, la he visto
antes. Sácame y llévame a ver a Miry, a esa casa que dices.
Abro
el armario. Como me esperaba, sí que hay una silla de ruedas. Vuelvo
a mirar a Jake.
-Pero
es una locura, estás herido -digo.
-No
pasa nada, ya me he recuperado.
-Pero
sí...
-Llevo
tres días aquí tirado, y me estoy cansando ya.
Le
miro extrañada.
-¿Tres
días?
Solo
había pasado un día, al menos que yo supiera.
-Sí.
Ahora, sácame de aquí, por favor.
Saco
la silla todavía pensando en los tres días. Lo miro a los ojos y
veo un pequeño destello. Ilusión.
- Jake
Fochs, estás loco.
- No
-dice sonriendo- estamos locos.
Sonrío
acercando la silla de ruedas a la cama.
-Estamos
locos.
Como siempre, me ha gustado mucho tu relato, ... cada día más interesante, ...no se a donde vas a llegar con él, pero espero su continuación. Gracias, guapísima
ResponderEliminar¡Muchas gracias por leerlo y darme tu opinión! Me alegro de que te esté gustando.
EliminarUn beso!