Poner
a Jake en la silla resulta un poco embarazoso. No sé como debo cogerlo,
ni colocarlo, así que al final, él mismo decide hacer la croqueta y se
coloca a malas penas en ella. Me río, porque por el esfuerzo tiene la
cara roja y le caen gotas de sudor por la frente. Se ríe conmigo, un
poco entrecortado.
Después de un rato, cojo los mangos he impulso a Jake hacia la puerta.
Primera
cosa que debes saber: Jake pesa más que yo. Segunda: con las vendas y
poniendo todo su peso, al final se queda en el doble. Así que, eso de lo
impulso hacia la puerta, se queda en que empujo como una tonta,
dejándome el alma, y esa silla no se mueve ni un palmo. Miro para los
lados esperando que Jake se dé cuenta de lo que está pasando, pero al
final, se lo tengo que decir:
-No puedo contigo.
Jake se empieza a reír. Una risa grave, llena de alegría.
-Lo siento, no puedo evitar pesar lo que peso.
Miro hacia la silla, y me fijo en las ruedas, que tienen unos aros propulsores.
-Podrías...ejem, no sé, darle a los aros para adelantar -digo.
Jake mira para los lados, y cuando intenta llegar a los aros, se encuentra con un error:
-No puedo, soy una momia, casi que no puedo moverme. Tienes que llevarme tú -sentencia.
Suspirando,
vuelvo a intentarlo. Nada. Me hecho hacia atrás cogiendo aire, y se me
ocurre una idea. Voy hacia la puerta yo sola oyendo quejas de Jake:
“Eh...Sarah, te olidas de mí...¡oye!...SARAH”. Salgo y cierro la puerta.
Tampoco es que se vaya a ir a ningún sitio. Ando entre la gente, buscando a una sola chica. Veo una melena morena; me acerco.
-Jes... -le doy en el brazo, y se gira una chica que no veía hacía mucho tiempo.
-¿Qué quieres? -pregunta arrogante Anna.
Le dedico una mirada de asco y sigo buscando. Ajá. Esta vez sí que acierto, y me encuentro delante de Jessica.
-Jessica -le llamo.
Se gira y me mira, extrañada. Hace un sonido, algo como un “¿Qué?”, y le pido el favor:
-Ya
sé que vas a decir que no pero... ¿Podrías ayudarme a llevar a Jack
fuera del hospital? Es que... he intentado llevarlo en silla de ruedas,
pero pesa lo suyo, y me da miedo hacerle daño.
Por cinco segundos, se queda mirándome, sin decir nada.
-Primero, no empieces una frase diciendo “ya sé que vas a decir que no...”, queda horrible -dice al final.
Vale,apuntado.
-Y, -sigue- personalmente, me parece imprudente que quieras ayudar a Jake a salir del hospital. Así que, no.
Bajo los hombros decepcionada. Ahora que empezaba a caerme bien...
-Pero... no voy a impedir que os vayáis. Búscate a otra persona.
Sin
formular ni una palabra más, se da la vuelta y sigue hablando con su
compañero. Suspiro. Ya lo suponía. Esperaba no tener que hacerlo, pero
al final me dirijo con paso firme hacia un grupo de cuatro chicas más o
menos que están hablando a susurros. Cuando me acerco, una me mira, e
instantáneamente todas se giran. Le hablo solo a una.
-Abie -digo en modo de saludo- quería pedirte...
Le cuento todo: que Jake quería irse, por qué, que no podía llevarlo... lo peor son las últimas frases.
-Siento haber sido tan fría antes en la habitación, es que me quedé en shok cuando vi a Jake, creía que estaba muerto -miento.
Ella, una vez más, me sonríe y asiente. Alzo las cejas, esperando una respuesta.
-Pues claro. Por Jake, cualquier cosa.
Cierro
los puños, y con el mayor esfuerzo del mundo, le sonrío. Vamos hacia la
habitación en silencio. Cuando llego, hasta Jake parece impresionado.
Me mira, y no me preguntes cómo, su cara me dice: “¿Ella?”. Y, ya se que
suena absurdo, pero le respondo: “Lo hago por ti”. No sé si llega a
captar mi mensaje, porque se gira a Abie y le sonríe.
-Bueno -dice la chica- ¿tanto pesas?
Jake se sonroja y baja la cabeza tosiendo.
-Sí.
Abie, como si no se lo creyese, se acerca, he intenta empujarlo. Nada. Miro para la ventana con superioridad. Ya se lo dije.
-Pero...-susurra- esto no es normal.
Se
agacha y empieza a toquetear la silla por todos lados. Jake la mira
extrañado. Sigue buscando, y de repente...abre la silla. Vale, no la
abre estiro Kárate Kid ni con un cuchillo ni nada, es que hay una
cremallera; una cremallera que yo no había visto. Mete la mano, pone
cara de concentración, y saca una piedra. ¿Una piedra? No, mejor dicho,
un “pedrusco”. Es enorme, y por como reacciona Abie al cogerla, no es
que pese poco.
-Creo -dice sacando más piedras de dentro- que este era el problema.
La
miro molesta. Nos había ayudado, sí, pero no me gustaba que hiciese las
cosas tan perfectas. Había sacado las piedras súper rápido, y yo ni me
había dado cuenta de que había una mísera cremallera.
-¿Cómo has sabido que había una abertura? -pregunto irritante.
Jake me mira frunciendo el ceño.
-Es
que...antes mi abuelo vivía conmigo, y usaba silla de ruedas -responde
con ojos tristes- solía meter ahí las cosas que él necesitaba.
-Ah...Bueno, pues muchas gracias, supongo.
Me
acerco a la silla, y esta vez al empujarla, se mueve con facilidad.
Menos mal. Ya creía que iba a tener que hacer la tonta otra vez. Ya casi
estamos en la puerta cuando Abie habla:
-Ejem...Sarah, ¿puedo ir con vosotros todavía? He ayudado y eso...
No lo veo, pero noto como Jake sonríe.
-Sí, claro, ¿por qué no?
Como
si le hubiese dado la mejor noticia de su vida, se viene a mi lado.
Salimos del hospital, sin que nadie nos preste atención. Por el rabillo
del ojo veo a Jessica, que se da la vuelta inmediatamente. Me sonríe
levemente y formula una única palabra que me saca una media sonrisa:
"Suerte"
***
Se
tiran todo el camino hacia la casa hablando. Vale, no es mucho, pero es
como si al salir del hospital yo hubiese desaparecido. Al final, no
entiendo como es que Abie lleva la silla de ruedas y yo estoy por lo
menos diez metros detrás. Acelero el paso, y al cabo de un minuto ya he
llegado a la puerta de la casa. Llamo con firmeza. Nadie responde. Llamo
otra vez. Nada. Abro la puerta sin ningún problema. Ayudo a subir a
Jake por las escaleras (esta vez resulta que su peso es el culpable) y
entro. Voy directa al salón y me encuentro a Miry dormida en el sillón,
con Mac sujetándole la mano derecha. Él la mira como si fuese un ángel.
Miry tiene una manta de cuadros por encima, y tiene la cara tan
relajada... daría pena despertarla.
- Mac -digo lo más bajo que puedo.
Mac da un respingo, me mira asombrado y suelta la mano de Miry.
- Hola -dice saliéndole un gallo.
Se aclara la garganta y pregunta:
- ¿Cómo habéis entrado?
Miro hacia atrás y veo a Jake y a Abie que entran poco a poco en el salón.
- Pues, la puerta estaba abierta, y como no respondías, hemos entrado por nuestra cuenta.
- Pero si no habéis llamado ni nada.
- Sí que hemos llamado -afirma Jake- pero no lo habrás oído porque estabas embobado con mi hermana.
Mac abre los ojos y se sonroja.
- Yo...
Jake se empieza a reír, pero al rato se convierte en tos.
- ¿Y a ti qué te ha pasado? -pregunta Mac acercándose a Jake.
- Nada -responde apartando la mirada.
Mac se encoje de hombros, se da la vuelta y me mira.
- Y esa chica...-dice susurrando.
- Amiga de Jake.
Asiente y vuelve a mirar a Jake.
- Bueno, acomodaos, tenemos que hablar.
Sin
esperar a que me adjudiquen un sitio, me siento en el sofá más cercano a
Miry. Ella hace un sonido que bien podía haber sido un saludo, que se
había dado cuenta de que estábamos allí o un eructo de una persona
debilitada.
Jake
se sienta en frente mía, en un sofá con cojines rosas -un detalle que
me saca una sonrisa- ; Mac se acomoda lo más cerca de Miry que puede, en
una silla de madera; y Abie, sin poder evitarlo se pone en otra silla,
esta, más vieja que todos los muebles de su alrededor. Mira asustada su
silla como preguntándose cuándo se va a hacer añicos. Contengo la risa
mirando a otro lado: a la chimenea.
Me
fijo mejor y veo unas cuantas fotografías y dibujos, claramente de
niños pequeños. Las caras sonrientes de la familia pelirroja me recuerda
a mi propia familia: mi hermano, mi madre, mi padre... La que menos
temo que puede pasarle algo es a mi madre: ella no está metida en nada,
en cambio mi padre trabajaba en la operación y a mi hermano lo he visto
en sueños atrapado. Aun que al final todas esas ilusiones habían sido una trampa, estoy segura de que algo está pasando. Alguien está controlando mis sueños, no sé como, pero sí.
Mac empieza a hablar:
-Como
os habréis dado cuenta por ahora no nos hemos encontrado con nadie...
normal, a parte de los de nuestro grupo, pero creo que eso es porque
estamos más lejos del centro de la ciudad. Creo que somos demasiados
para andar en grupo. Imaginaros 24 adolescentes andando por la ciudad
sin rumbo fijo. Seríamos un poco llamativos. Por eso he pensado que
podríamos dividirnos en tres grupos, porque hay tres carreteras
principales. Unos irán por la derecha, otros por la izquierda, y otros
por la central. Como somos 24, nos dividiremos en grupos de ocho personas cada uno.
Levanto la mano pidiendo permiso para hablar, como estaba acostumbrada en clase. Mac se calla.
-Ya no somos 24 justos. Hay dos chicos muy heridos y uno desaparecido... así que los grupos serían de 7 personas.
Mac asiente con la cabeza.
-Pero -sigo- los heridos deberían quedarse por lo menos con una persona cada uno. Y otra persona más se quedaría para seguir buscando al desaparecido.
Miro a Jake esperando su aprobación.
-Sarah...-dice- ya sabes que seguramente no esté vivo.
Pongo en tensión todos los músculos del cuerpo y lo miro fijamente.
-No digas eso. Puede estar vivo.
Se forma una situación incómoda, la típica en la que todo se queda en silencio y no sabes qué decir. Miro a Jake, que está mirando al suelo pensativo. De las ventanas entra una luz radiante que le resalta el rostro, y hace que sus ojos reluzcan. Sacudo la cabeza y miro a Mac, que parece...diferente. Su mirada, a la vez de ser un poco más firme, contiene un poco de locura. Y bueno...Abie, sonriendo, cómo no.
Al cabo de un rato me levanto.
-Debemos ir al hospital para hacer los grupos, a menos que creáis que el plan no tiene ningún sentido y es una locura.
Espero en silencio. Abie levanta la mano poco a poco.
-A mi... me parece una locura.
Le sonrío intentando imitarla.
-Perfecto, vámonos.
Con paso firme y sin esperar una respuesta me dirijo hacia el hospital, dándome cuenta de que no volveré a ver esa casa.
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